En la era de los viajes exprés y las escapadas sin pausa, cada vez más personas buscan una experiencia que no solo les permita descansar, sino también conectar con el entorno que visitan. Es ahí donde el turismo responsable toma fuerza: una forma de viajar que no explota, sino que transforma. ISAK Hotel Golf Aeropuerto encarna esta filosofía desde su diseño hasta sus prácticas cotidianas.
Ubicado a solo cinco minutos del Aeropuerto José María Córdova y rodeado por el verde vibrante del Oriente Antioqueño, ISAK no es un hotel más. Es un proyecto que entiende el impacto que puede tener la industria hotelera sobre el medioambiente y sobre las comunidades locales. Por eso, su modelo se basa en tres principios: sostenibilidad ambiental, compromiso social y bienestar del huésped.
El respeto por el territorio se ve reflejado en cada detalle: habitaciones construidas a partir de contenedores reciclados, jardines con especies nativas que favorecen la biodiversidad, zonas verdes libres de químicos agresivos, y un uso consciente del agua y la energía. Cada decisión de diseño responde a una lógica regenerativa, que busca dejar el entorno mejor de lo que se encontró.
Pero ser un hotel responsable no se limita a lo ecológico. También implica una relación ética con la comunidad. ISAK prioriza la contratación de personal local, trabaja con proveedores del Oriente Antioqueño y promueve alianzas con artesanos y productores de la región. Esta conexión genera empleo digno, fomenta el sentido de pertenencia y dinamiza la economía circular del territorio.
Además, el hotel ofrece experiencias que respetan la cultura y el ritmo local: caminatas ecológicas, visitas a pueblos cercanos como El Retiro y San Antonio de Pereira, y propuestas gastronómicas basadas en productos de temporada y de origen local. El turista, más que espectador, se convierte en un actor respetuoso del ecosistema y la identidad del lugar.
ISAK demuestra que es posible ofrecer confort, descanso y lujo sin renunciar a la ética. Que el turismo no tiene por qué ser invasivo ni superficial. Que cada noche de hotel puede convertirse en una inversión en sostenibilidad, cultura y comunidad.
Viajar ya no es solo moverse. Es elegir cómo y desde dónde se quiere dejar una huella. Y si es desde ISAK, esa huella será verde, humana y profundamente consciente.
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